Durante la etapa protohistórica destaca el Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas, un oppidum ibérico (poblaciones situadas sobre una meseta, fuertemente fortificadas, de mayor tamaño que los asentamientos levantinos que implicaría una estructura social desarrollada) de Puente Tablas, que fue abandonado antes de las Guerras Púnicas. Las excavaciones realizadas en este enclave han determinado la existencia de un muro escalonada, con torres avanzadas de grandes sillares en lo que se ha dado en llamar como Plaza de Armas.
Han sido abundantes los hallazgos de cerámica de borde quebrado y vuelto de finales del siglo V a. C. y principios del siglo IV a. C. El poblado no se romaniza y en él se encuentran restos asimismo de cultura tartésica y medieval.
Los restos arqueológicos también testimonian la presencia ibérica en las proximidades del Castillo de Santa Catalina
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